Como es fácil comprender el que todos tengamos nuestra genealogía, no hemos nacido espontáneamente, de la nada, sino que cada uno de nosotros hemos tenido padres, abuelos, bisabuelos, así hasta donde se pueda llegar en el tiempo.
Es fácil entender la enorme cantidad de antepasados que se produce en todas las familias, puesto que partiendo de un primer individuo como referencia; al contraer matrimonio, cuenta ya con dos elementos, su padre y su madre, que al mismo tiempo cada uno de ellos tiene cuatro abuelos, a su vez estos han supuesto otros ocho abuelos mas, por parte de padres y madres, así los componentes se multiplican de forma exponencial. Añadiendo a todo ello, los hermanos de unos mismos padres, van generando a su vez descendientes, entre primos y tíos. Se calcula que de un personaje nacido por ejemplo en el siglo 8º, puede tener en la actualidad más de 20.000.000 de descendientes.
Antiguamente la genealogía era algo consustancial con los viejos linajes de las familias importantes, que o bien eran partícipes de algún ente gubernamental, o se trataba de perpetuar a través de sus descendientes, títulos nobiliarios, motivado también por cuestiones de herencias rurales, y sobre todo las casas reinantes, necesitadas en saber a que atenerse para la sucesión en el poder fáctico. Cualesquiera de ellos tenían que probar ante los demás y sus mismas familias, los pretendientes legales “entre comillas” y los derechos que les pudiera asistir. En todos estos elementos sociales, precisaban de documentación en que apoyar sus reivindicaciones, pero en la época actual y para la gente normal de cada día, el tener una genealogía ya no representa una acuciante necesidad social, sino que simplemente, es una afición o llamémosle curiosidad, el poder saber de nuestros ancestros.
Existen estudiosos sobre estos temas, como Alfredo Basanta de la Riva, Vicente de Cádenas y Vicent, Martin Larios, Victor Mckusick, Giuseppe Montalenti, Judith Randal, Enrique Sánchez-Monge y Parellada, entre otros muchos que sería prolijo enumerar aquí
Seria ya un gran logro, que la documentación derivada de esta genealogía me pudiese proporcionar datos tan valiosos, como las enfermedades sufridas por nuestros antepasados, idiosincrasia personal de cada uno de ellos, estudios grafológicos con el fin de averiguar su carácter, misivas personales, para averiguar en que medio social se desenvolvían, aficiones personales. Todo ello forma parte de la genealogía y un gran auxiliar en el conocimiento de generaciones pasadas, pero ello representa ya un estudio mucho más profundo, que de momento no pretendo acometer por falta de tiempo. Lo importante para mi actualmente, es poder tener información de la filiación lo más extensa posible, de cada miembro de esta crónica.
Por otra parte la genealogía, se le puede calificar como de ciencia exacta, siempre y cuando este conformada con documentación fehaciente, además de ser una ciencia auxiliar de la historia, representa igualmente una gran limitación por cuanto, en mi caso, la gran barrera a la que me enfrento del siglo XVI, ya que al tratarse de personas no relevantes históricamente, he de atenerme a la documentación facilitada a través de los organismos oficiales, que me pueda proporcionar, puesto que antes del citado siglo, no existía constancia documental, tan solo puedo disponer del material facilitado por los diferentes archivos, tanto eclesiásticos como civiles, que fueron creados obligatoriamente a partir del siglo XVI, ya relatados en artículos anteriores. O bien este material, necesario para la construcción de un árbol genealógico, me es felizmente suministrado en gran parte, gracias a la voluntad de los mismos familiares que voy conociendo, los cuales me proveen de valiosa información.
Concretamente en lo que se refiere a la Genealogía Pinuaga, de momento y mientras no posea más indicios, voy a tratar cronológicamente hablando, desde la segunda mitad del Siglo XVI hasta nuestros días del siglo XXI.
Como eje principal partiré de un primitivo tronco común a todos los Pinuaga, por línea directa de varón o agnaticia, siguiendo las ramas principales que se vayan derivando de dicho tronco, describiendo cada una de ellas hasta encontrarme con aquella persona, hombre o mujer, por los cuales se pierda el apellido Pinuaga, objetivo esencial de esta crónica.
SUMARIO. Capítulo V
FOTO: Árbol genealógico
Agnaticia.
Alfredo Basanta de la Riva.
Vicente de Cárdenas y Vicent.
Martín Larios.
Giuseppe Montalenti.
Judith Randal.
Enrique Sánchez-Monge y Parellada.
Siglo XVI.
Siglo XXI.